martes, marzo 25, 2014

libre (escuchando Organdí, de Drexler)

- Hola. Buenas tardes.
- Dígame.
- ¿Cómo está?
- Muy bien. ¿En qué puedo ayudarla?
- Venía a dos cosas.
- Empiece por la primera, cuando quiera.
- La primera: venía a dejarme llevar.
- Ajá.
- No quiero nada, no pido nada, no preciso nada, no afirmo nada, no peleo nada, sólo dejarme llevar.
- Ajá.
- Rascarme la cabeza, despeinarme, detrás de la oreja…
- Dejarse llevar, sí, queda claro. ¿Quiere agua o aire?
- Creo que quiero agua, pero no quiero pensar.
- ¿Piano o guitarra?
- Elija usted. Me ve la cara, esta sonrisa, decida usted.
- Camiseta de algodón, deduzco.
- Obvio.
- Descalza.
- Obvio.
- Listo entonces. No hay mucho trámite más. Ya está.
- ¿Ya está? Qué fácil.
- Lo ha hecho todo usted. Ya venía flotando. Eso ayuda.
- Perfecto. Qué ligereza.
- ¿Y lo segundo?, antes de irse, dijo que venía a dos cosas.
- Ah, sí, le dejo su recuerdo.
- Vale. Ahí queda eso. Allí va usted. Disfrute.
- Allí voy. Qué felicidad este devenir. Gracias.