lunes, noviembre 25, 2013

rehabilitación

El peso de su rodilla en la camilla, apoyada para coger fuerza y estirar mi músculo enredado y dolido.
La forma de presionar mi columna, con golpecitos rítmicos.
La manera en que el masaje acababa sobrevolando las plantas de mis pies, luego rozando el contorno de mi nuca.
Mis ganas de hacer ruido, un jadeo, pero ni siquiera suspirar. Aguantarme.
La tensión de nuestro silencio, rota por la voz de otros pacientes, por el gemido de la correa de unas pesas que se tensa.
Su manera levemente bizca de mirarme, su forma de preguntarme: ¿te duele?
Saber que no hay nada detrás de todo esto tan sutil, tan intenso. Sólo las sensaciones, como pinchacitos rejuvenecedores, picotazos leves de pajaritos pícaros, que ni hacen daño ni malpiensan, solamente agitan el aire con sus alas para que todo empiece a levantar vuelo nuevamente.

domingo, noviembre 17, 2013

hay días

Hay días en que no sé escribir
(aunque me ponga a ello)
una sola palabra sin nombrarla.

lunes, noviembre 11, 2013

la cabeza

Mi papá tuvo un infarto y perdió la cabeza.
Estuvimos muchos días preocupadas, cosiendo el corazón roto con hilo colorido, sin pensar más que en ese remiendo, concentradas tan solamente en eso.
Y al levantar la vista, mi padre ya no tenía cabeza. Se le había ido del miedo del susto del sueño.
Seguimos remendando sus heridas a base de miguitas de pan que dejamos caer como hansel y gretel, a ver si la cabeza se animaba y regresaba tentada por recuerdos perdidos.
En el medio, el diálogo descabezado es teatro del absurdo: hablar con alguien que perdió la cabeza resulta estimulante a la vez que frustrante. Es como ser sonámbulos a la hora del almuerzo.
Ningún médico explica, sabe, mucho menos consuela.
Los médicos te sueltan en la plaza a ver cómo realizas la faena y que el diablo nos coja confesadas.
Me imagino que acaso los médicos han visto perderse demasiadas cabezas.
Para nosotras la de nuestro padre ha sido la primera.
Acudimos a verlo cada día y, para disimular, donde tenía su cráneo hemos puesto un globo de color amarillo, que se mueve en la almohada como un equilibrista. Le pintamos sonrisa, ojitos, barba.
No se parece a nuestro padre en nada y cada vez que alguien golpea la puerta de la 504 pensamos si será su cabeza de vuelta pero son enfermeras o auxiliares que parecen que perdieran el metro algo enfadadas.

jueves, noviembre 07, 2013

me gustó

Soy aquel que no quiso
recurrir al recurso del silencio
cuando ya no quedaban palabras por aquí.

José Manuel Caballero Bonald.

lunes, noviembre 04, 2013

fragmento antiguo

saber que nadie podrá llegar tan hondo
y sin embargo
dedicar cada canción
a esta espera
llena de agujeros.

domingo, noviembre 03, 2013

antiguo

m. se pregunta cómo lo hago. Se sorprende y me admira, aunque ella es incapaz de hacerlo. Ella no tiene idea de lo que es hacer un muro, levantar barricadas, hacer un pozo al fondo del jardín, enterrar el corazón, echar tierra, y escombros de otros siglos, saltar sobre la fosa improvisada para sellar el barro, dejar allí, como en la superficie de una luna terrestre (tan cerca, tan lejos) las huellas de las zapatillas. No seas dramática, me digo: no hagas literatura de la mala.
m. no sabe lo que es la disciplina. Siente que poner límite al dolor es amar menos, es amar peor. Yo no tengo respuestas, hoy ni una sola en el fondo de ningún bolsillo, cierro las puertas un paso por delante del destino. No seas chula, me digo: ¿un paso por delante del destino?
Ella va y viene, navegando en mi herida entreabierta, descose la costura, saca una pierna, ese cuello, la mirada que tengo que esquivar para que los ladrillos no se caigan.
En el fondo del pozo, el corazón como un perrito abandonado. Lo escucho gemir a horas intempestivas, por motivos variables: llora por la película que veo, pero todos sabemos que no llora por eso.
Pienso: debo estar ya mayor, porque cuando lloro lo hago por las cosas que ya no ocurrirán. No te pongas trascendente, me digo: se te da mejor la comedia y no este intento de diario vacuo en el que no dices nada.
Decir qué? Me pregunto yo misma a mí misma.