lunes, abril 22, 2013

muy antiguo

Cambio de estación

Este clima nos está tomando el pelo. De pronto (de repente, casi sin darnos cuenta) el sol salpica todas las paredes, entra, perfora el aire, atraviesa el humo de los cigarrillos. Y el aire huele a materia espesa, entra por la nariz como una tela, una cortina que intentamos atravesar y no se puede. Entonces abrimos las ventanas, nos queremos creer que ya está aquí la primavera tibia, nos dejamos invadir sin pensarlo por una luz que siempre es la luz de otros tiempos, de otros sueños. Y cuando ya estamos instalados en el pleno placer de haber salido, de haber dejado atrás el útero que el invierno nos teje con sus manos tan frías, cuando creemos que siempre, siempre, siempre al abrir la ventana habrá un sol dándonos en los ojos, cuando estamos convencidos de que por fin vivir es andar con la piel tan expuesta sin peligros de mocos o de fiebre, cuando bajamos la guardia y las maletas del armario para cambiar la ropa como si todo se cambiara con ella, cuando todo eso ocurre y salimos de la cueva con los poros abiertos como múltiples ojos que esperan verlo todo, de pronto, el almanaque cae al suelo, sus hojas se retuercen como un animal envenenado y pese a que intentamos atraparlo en el aire, es imposible, se ha dejado caer como un pájaro y los días y los meses se mezclan en una orgía aritmética confusa y cuando conseguimos colgarlo de la pared de nuevo, descubrimos que es marzo, que es invierno, que aquellos que corren bajo el sol en un campo (y que somos nosotros, como huyendo) deben volver cada uno a su cuerpo, fantasmas perdonados de muerte, antes de que la noche caiga sobre ellos (sobre nosotros mismos, es decir) antes de que el frío y una lluvia muy tenue se instalen otra vez, porque es invierno, porque nos han tomado el pelo, porque todavía falta para el tiempo sin tiempo, porque nos hemos dado demasiada prisa por salir de nosotros, de nuestra cueva hermética de hielo, sin saber que este sol sólo ha sido una prueba, una falsa alarma, una trampa del cielo en la que hemos caído, como cae la noche más negra en esta tarde.