sábado, febrero 16, 2013

nieve

La nieve es muy desordenada.
Los copos caen sin organización y sin siquiera (mucho menos) aplomo. Huyen unos de otros como si fueran a perder el metro o tuvieran que recoger a sus hijos ya tarde en la escuela.
Los copos caen hacia cualquier lado, cada uno nervioso, convulso, sin seguir (en absoluto) la ley de gravedad a rajatabla, como si quisieran irse de viaje antes de estrellarse en el suelo y fundirse. Pequeños paracaidistas locos van y vienen como si polinizaran el invierno. Suben, bajan, se entrecruzan, vuelven hacia atrás, albinos seres que quieren regresar a su nube nodriza porque se han dejado el gas abierto u olvidado las llaves puestas en la puerta.
La nieve es muy desordenada y caótica antes de ser estepa o manto blanco tan sereno, tan contradictorio de su previa esencia desmembrada.