jueves, diciembre 30, 2010

de hace dos años

Durante cuánto tiempo
te veré aparecer
dando una y otra vuelta
(¿siempre la misma vuelta?)
aferrada al cuello de escayola
de tu caballo de tiovivo.

Tu galope es ficticio
y el movimiento no alcanza a despertarte
de tu sueño de princesa atrapada.

Yo arrojo al aire
mi corazón revivido
para que le dispares una de tus miradas matadoras.

Llévatelo como trofeo cuando caiga vencido:
que la tierra y el ruido metafóricos
que tu caballo quieto va dejando detrás
oculten con su estela esto que late.

martes, diciembre 28, 2010

primavera/verano

Me hubiera quedado a vivir en el domingo, estiradas las piernas y los sueños sobre el verde tan verde y tan efímero.

miércoles, diciembre 22, 2010

freudiana de más (antiguo)

el futuro me está mirando desde su cocina repleta de trastos. lleva puesto un enorme gorro de cocinero que, entre nosotros, no le queda muy bien y el delantal de cocina lo tiene todo manchado. las manchas hacen un dibujo parecido a esos test de psicoanálisis en los que uno debe mirar y mirarse para decir qué ve: una mariposa, un sapo aplastado en la carretera, dos personas besándose. supongo que en este caso, yo debería adivinar allí lo que me espera, mientras el futuro mete en una olla enorme objetos y frases y condimentos varios para prepararme el plato que me tocará comerme en unos años (o en unos días o mañana mismo, quién sabe).
mi futuro no sé qué gusto tiene. ni qué olor. ni qué color. sé que si me acerco sigilosamente, mientras él está distraído mirando un libro de recetas, yo podría meter un dedo en una sartén y probar y decirle que no me gusta mucho el sabor que le está saliendo para el plato que llevará mi nombre.
sin embargo, en la puerta de la cocina de mi futuro hay un cartel escrito con mi letra, con los trozos de las palabras que he escrito a lo largo de toda mi vida, mis primeras palabras, mis palabras de cartas o de frases dichas a algún oído, que pone: prohibida la entrada a toda persona ajena al pasado.
es un juego, imagino, porque mi futuro tiene cara de pícaro y mientras cocina canta las canciones que han marcado mi vida. y mi futuro dice, cuando le da por ponerse filósofo, que no me dejará asomar mi nariz a sus ollas (que son las mías) hasta que no las meta bien hasta el fondo en las del pasado. hasta que no deshaga la grasa que se ha quedado pegada al fondo de muchos de los platos que me he comido, que he masticado sin cuestionarme, que no he digerido.
sin embargo el pasado no está en ninguna cocina. mi pasado no lleva gorro de cocinero, ni me canta canciones más que cuando llueve y se pone melancólico y le da por los tangos, o por algunas canciones un poco horteras pero muy tristes. mi pasado no tiene cara de pícaro, sino que tiene cara de desconfiado, de incrédulo.
mi pasado vive en el fondo de alguna parte de mi cuerpo. se la tengo alquilada a cambio de silencio y es por eso que mi futuro se enfada a veces y rompe platos en su cocina, salpica las paredes con salsa de tomate, arranca las hojas a los libros de recetas y se las come como si fueran canelones rellenos de incertidumbre. dice que está cansado de pensar qué cocinarme, como si fuera una madre harta de la rutina, que espera que le demos algún día la paz de una receta propuesta por nuestra propia boca.
lo miro y me sonrío y pienso que no será capaz de envenenarme el plato que tendré que comerme mañana. pero él se saca el gorro de cocinero, se rasca la cabeza como un matemático que no encuentra la fórmula de la felicidad y bosteza. sé que está cansado y que espera que le dé una patada en el culo a mi pasado, que lo extraiga de mí como un vómito y pueda digerir de una vez las cosas que se han atragando y que me tienen la barriga del alma llena, una digestión pesadísima que nunca se termina, que me deja tumbada en la cama del tiempo viendo pasar las nubes en el cielo.
supongo que cuando me meta una metafórica mano en la garganta y agarre por las patas de atrás al pasado, y lo arrastre hacia el aire y lo escupa en el suelo y lo mire a los ojos, el futuro me dejará entrar en la cocina a lavarle los platos y los trapos sucios que ahora se amontonan. y me dejará echarle sal a la ensalada que es mi vida y me prestará su gorro de cocinero y me dará un delantal limpio al que llenaré de manchas como si fuera un juego o un cuadro, que, cuando llegue el futuro (es decir hoy), no me dará miedo mirar, como ahora.

martes, diciembre 21, 2010

para variar, confía



Es posible que ya no te fijes en los cuentos que te cuenta
el mundo no hace más que respirar.
Es posible que tus ojos ya no emitan esa luz
que enceguecía hace algún tiempo atrás.
Ya se fueron todos de la casa
y la mañana envuelve todo, todo,
en un profundo azul
la verdad se enciende sola,
es una flor en el silencio
que quema de luz la habitación.
Yo quisiera hablar pero lo que doy es un hombre
viendo al norte solo y loco hacia el sur.
Tengo que confiar, saber esperar, tengo que respirar,
es un panic attack y sacarme de una vez esta cruz.
La vida son los círculos, los círculos dan vuelta
y los círculos se van
cuando yo creí que estaba todo bien
en realidad estaba haciendo todo exactamente mal.
No es tan grave en verdad
las cosas van moviéndose
y se mueven a la larga porque sí
y si hoy ese perfume es el de la soledad ,
si no confiás no vas a ser feliz.
Y me hacés hablar
a veces es mejor quedarse quieto
con el trago en la mano en un rincón
ya nos veremos en algún lugar, en alguna fiesta,
en cualquier ciudad,
cuando me hables con el corazón.
Es tu vida, no se puede tocar,
es una caja preciosa no se puede tocar,
tendrías que saber quién soy.
Oh, confiá, nena, confiá, soy todo lo que quieras,
también tu suplicio y tu luz.
A vos te gusta la mañana, a mí la luna reborracha,
bancátela va ser siempre así.
No te vendría mal saber que yo no quiero hacerte daño
y ya dejar de sufrir.
Y si me buscas…
Vos sos tan incierta, yo también y nadie sabe nada
y quién a quién vino a buscar.
Oh, tell my heart, decímelo, contámelo,
probame que lo hiciste mal,
es una posibilidad,
y todo lo que no contás es todo lo que alguna vez
con toda mi alma voy a confiar.
Lo que pasó fue para bien,
no lo trates de entender,
sabés que ya no hay vuelta atrás,
tuvimos la oportunidad
y si algo aprendimos en el mundo
es que el mejor momento aún no vino,
está por llegar.
Confiá.

martes, diciembre 14, 2010

sin pensar

Romperme blandamente
sobre debajo contra
ella.
Hacer crac, hum, ay, au, puf, dios
(porque dios también es una onomatopeya).
No poder alcanzar conseguir
elucubrar palabra.
Que todo fuera (un rato todo)
revuelto
resbaladizo
yemas de dedos
y claras a punto de nieve.
Perder la cabeza
entre las sábanas
(o al borde del sofá)
y reencontrarla muchas horas después
bailando entre endorfinas,
entregada.