viernes, enero 08, 2010

tristeza, sin dramatismos

Creí que ya no iba a estar triste.
Supuse ilusamente que con tantas idas y vueltas y tanta lágrima y tanta reconstrucción del muro y tanto no entender, la tristeza pasaría de largo, cansada de que la invoque este destino que parece imposible de cambiarse.
Sin embargo.
La tristeza viene y se instala, sube por los bajos de mis pantalones, como el agua de los charcos cuando llueve.
Ya no quiero estar triste. Pero tampoco quiero negar esto aunque sea incomprensible.
Y otra vez recogeré la ropa y bajaré las escaleras. Otra vez miraré las fotos como si fuera la última vez. Otra vez pensaré qué manera más tonta de llenar de goteras ese sentimiento. Otra vez procuraré no pensar en sus ojos. Otra vez haré eternos y silenciosos discursos por las noches con todo lo que querría decirle, con el sueño alrededor de la cama, agotado, esperando que le haga un sitio en medio de mi insomnio de vuelta y vuelta.
Otra vez escribiré cosas como estas, inútiles, intentando camuflar con conceptos lógicos y palabritas, este dolor repetido y todos sus fantasmas.