miércoles, abril 29, 2009

locura

Es inexplicable: un trabalenguas de emociones que van y vienen, se esconden, te tocan por la espalda, huyen, se instalan con todo su peso, se evaporan, se inhalan, se revuelven, se calman. El idioma, un huracán en la cabeza. El corazón, rey destronado que se amotina en el dolor de espalda con su corona de hojalata.
Así, como puedes, levantas fortalezas por la mañana y por la noche agitas la bandera blanca hacia un horizonte descampado.
Te pondrías a llorar, a la hora en la que sólo estás tú. Y a reir cuando te roza la ilusión sin medidas (o viceversa).
En este estado emocional incubas el desgarro o la caricia, depende del discurso o del método, la música, el color de la tarde. Depende de tu capacidad para entenderlo todo o no entender nada. Entender, incomprensiblemente, que ese rayo que te parte los huesos, te ha cogido en el patio, sin escudos.