domingo, junio 29, 2008

la niebla

En la casa de la montaña teníamos nuestra propia nube de niebla. Silbábamos y venía, esponjosa y húmeda, y se quedaba enganchada en la chimenea del tejado, a veces luchando contra el viento que quería deshacerla o llevársela.
La nube daba a nuestros días un cierto aire a lo cumbres borrascosas: atemporales, mágicos y trágicos (de a ratos). En medio del verano, cuando el resto del mundo se asaba, nosotras dudábamos de la existencia del sol porque no lo veíamos. Si nos daba morriña o algún otro sentimiento raro (porque cuando no se ve ni a dos metros hacia afuera no queda otra escapatoria que mirar hacia adentro), silbábamos y la niebla se iba a dar la vuelta a la manzana. Algunas aprovechaban ese rato para dar un paseo sin tropezarse y otras poníamos los libros a secar en la cuerda de la ropa.
Convivir con la niebla no es fácil, pero a veces resulta necesario. Por eso, al volver, cada una se cogió su trocito de nube, lo guardó en su maleta y se lo trajo a esta ciudad tan despejada, por si acaso.

viernes, junio 20, 2008

Autopsia

Al abrir el cuerpo sobre la mesa de operaciones, el médico encontró en el lugar del corazón, un congelador de la marca siam del año 1968.
Lo abrió pensando que dentro estaría el verdadero corazón, pero sólo halló unas patitas de pollo (a ella no le gustaban las patitas de pollo, pensó alguien en la sala), un tupperware con restos de algo imposible de descifrar y una bolsa de cubitos de hielo todos amontonados, formando un gran cubo deforme con muchas puntas.
El médico cerró la puertecita del congelador (que hizo un ruido como un quejido) y diagnosticó una muerte de lo más insulsa, aunque no pudo determinar cuándo había ocurrido.
Nadie reclamó el cadáver, pero sí el congelador, que ahora late desacompasado en el bar del pueblo.

miércoles, junio 18, 2008

probando con un soneto (hace tiempo)

si extendiera mi mano y te tocara
si atravesara el espacio sin miedo
si de mi esclavo temor escapara
empezaría a creer que existe el cielo

sin embargo todo aquí sigue quieto
excepto estas palabras errabundas:
huyen de mi corazón pequeño y prieto
hacia una mirada que no las confunda

no sé qué busco y así sólo vago
midiendo cada paso hecho de humo
poniendo vigías en cada costado

sabiendo cuál será el cruel resultado:
una vida en la que los días sumo
una vida de días huecos, mutilados

lunes, junio 09, 2008

juego de niños

Seré breve
(como las amapolas)

te esperaré al costado de las vías del tren
(como las amapolas)

me pondré roja
(como las amapolas)

me vanagloriaré
(como las amapolas)

y me deshojaré
hasta lo irresoluto
(como las margaritas).

miércoles, junio 04, 2008

cursi

Algunos días
llueve
aunque afuera haya sol

las palabras duelen
si nadie las pronuncia

no alcanzan
las habituales tretas
para engañar al tiempo

de los rincones surgen
pensamientos con sombreros negros

dentro de la nevera
hay algo que se pudre

algunos días

hay silencios como cuevas de hielo
un anhelo
que no puede enunciarse

el eco interminable
de un dolor
que nunca fue curado

algunos días
la ecuación azarosa
que hace que todo gire
simplemente se enreda
se confunde

me aturde.