A veces ladro,
tú lo sabes casi mejor que nadie.
Le ladro al tiempo
al miedo
al amor
al silencio
(todo a la misma vez
o en distintos momentos).
Le ladro a la distancia
que cava su foso interminable
mientras yo miro hacia otro lado
como si no me importara.
Le ladro al espejo
y también,
quizás,
a lo que tú reflejas de mí,
lo que no soy
y nunca seré.
Le ladro a algunos recuerdos
que no se van
por más que los haya olvidado.
Ladro para fingir
con tanto ruido
que algunas cosas no me rozan,
que mi corazón
habita en un destierro
donde no llega tu mirada
sin brumas.
Sabes que ladro
para que alguien me arroje un palo,
un hueso, una pelota
algo a lo que perseguir
jugando el juego
que todos juegan.
Ladro (sin saberlo)
para desconvocar al olvido
ladro para que esta noche
se asuste y se vaya
ladro para esconder mi voz
quebrada
detrás de este ladrido.