sábado, junio 24, 2006

la jaula

tenía las palabras metidas en una jaula.
sí, ya sé, otra vez las palabras. pero es que es así. tengo que decirlo.
se sentaba en una silla a la que el sol le daba desde la ventana sólo por la mitad: dos patas en la sombra, dos patas en el sol. se sentaba en la silla y miraba a las palabras en su jaula. a veces (sólo a veces) les tiraba miguitas de algo, no sé qué. he llegado a pensar que lo que les tiraba (sólo a veces) eran trocitos de recuerdos desmenuzados, para que las palabras no se atragantaran al comerlos. de cualquier manera, las palabras comían poco y hacían poco ruido.
ella las miraba, les cantaba canciones los domingos por la mañana (sólo los domingos por la mañana) y las palabras vivían una vida un poco triste.

abre la puerta de la jaula. quita de una vez la silla de la sombra- se dice a veces pero no se escucha. se hace la disimulada consigo misma. como si la vida le pasara a otra.
a todo esto, la jaula se balancea con el viento, muy suavecito, y las palabras pasan el día adormecidas, en un sopor parecido a la muerte.